Ayer me susurraste con tu inmenso
poder, todo el daño que hice a mi propio ser, me indicaste con el primer rayo
de luz tu gran poder. Observé tu gloria, el “TÚ” de muchos, el Único entre todos… como fue posible que se me
olvidara lentamente tu nombre, como fue posible que dejase de creer en TI.
Tanta cólera cargue que cerré
mi corazón a todo lo que con amor se aproximaba. Claro que lastime a tantos y a
pocos, viviendo atado en mi pecho el resentimiento y el odio. Claro que mis
ojos dejaron de brillar, cuantos abrazos deje de entregar, cuantos te quiero
los hice guardar.
Hasta que ayer al perder la luz
y entregar mi ser, tú fuiste quien me regresaste sin dejarme caer… regresaste ó
yo regrese, me perdonaste ó yo me perdone.
Muchas cosas deje atrás para
estar aquí, despedí amores y te despedí a ti, el gran error fue cambiar mis lágrimas
por vacío y no glorificarlas con el amor perdido.
Una vez a los años regreso al
centro de la Pachamama y con gran emoción vengo a escucharla, respetando todo lo creado, abro mis ojos para
aprender de lo escrito y de lo adorado. Es Ella quien con fervor a Ti, golpeo
mi cabeza y me recordó: quien es mi único
Dios y cual es mi único corazón.
Ayer tuve tiempo para volver a
decir adiós, le di un beso a cada una de las dos, cerré sus ojos y todo lo que
en ellas brillo y les mande todo mi amor ó quizá solo el amor de Dios.
No hay nada más puro que él
fuego que sale tú interior, al reconocer la luz del mismo Dios, quien vive en ti y en
toda su creación.
Vi a mis padres y todo lo que
no les doy, los vi a ambos con los ojos llenos de dolor, aquel que duele cuando
sabes que necesitas mucho de amor. Los pude ver esperándome con las manos
llenas de ternura, con esos brazos que esperan de regreso a quien un día les perteneció…
no se apuren padres míos que es su pequeño el retorna hoy.
Digo adiós a las amigables
anestesias de cajón y aquellos
cigarrillos de soledad con filtros de cartón, me despido de ellos por que ya no
hay dolor en el perdón.
Y al inicio del viaje me pude
ver, sosteniendo el vientre de una blanca mujer, yo atrás de ella acariciando
lentamente lo que llamare mi “Luna”
de amor y respirando un futuro donde solo mando yo.